El asesinato de esa gran líder paquistaní, Benazir Bhutto, constituye un crimen de lesa humanidad, que afecta directa e indirectamente los derechos humanos de la mujer. De acuerdo al Estatuto de la Corte Penal Internacional, se denomina crimen de lesa humanidad a aquellos actos de asesinato, exterminio, encarcelación, tortura, violación, prostitución forzada, persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros que ofende, agravia e injuria a la humanidad en su conjunto.
La comunidad internacional, consternada ante el atroz crimen, ha declarado y condenado el hecho a través de sus líderes y representantes. El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó su hondo pesar señalando que «el mundo ha perdido una gran luchadora de los derechos humanos y de la democracia». En nuestro país, el Senado de la República se pronunció mediante una Resolución que condena en todas sus vertientes el asesinato de Bhutto. Como un «acto cobarde» fue considerado por el Presidente de los Estados Unidos de América, George Bush.
Benazir Bhutto fue una mujer excepcionalmente valiente, de una vida fructífera de actuaciones en la lucha y defensa de los derechos y libertades humanas. De una formación académica excelente, recibida en dos reconocidas universidades: Oxford y Harvard.
Una mujer que marcó la diferencia en el mundo, no sólo por su belleza física y espiritual que caracterizaron su personalidad, admirada por los demás; sino por su valentía al sobrepasar los límites de una religión y cultura extremadamente hostil para mujer.
Pese al riesgo que corría su vida, decidió, después de 8 años en el exilio, regresar a su país, a su Pakistán, a fin de participar por tercera vez como candidata en las elecciones a realizarse el 8 enero del 2008. Sus intentos fueron frustrados vilmente, cuando fue abatida a tiros en una misteriosa explosión y confusión, que aún no encuentra culpables.
La verdad es que el crimen cometido contra Benazir Bhutto, es un ataque a la libertad y a la lucha de las mujeres por lograr el respeto y garantía de los derechos humanos. Significa también, implicaciones graves para este país musulmán, que dificultan hasta la exasperación cualquier horizonte próximo a la estabilidad democrática en la región.
Aunque físicamente está muerta por la intolerancia de sus adversarios extremistas-islámicos, sus ideas y su vida no han muerto y mientras más pase el tiempo, más su claridad de mujer sabia se agrandará y multiplicará en las generaciones futuras.
Nos unimos al clamor de la comunidad internacional. Que no quede impune este crimen. Que no desmayen sus anhelos en todos sus seguidores y que su alma inmolada sea estímulo de acción para lograr la justicia, la verdad, la igualdad y el bien común.